La semana pasada, arrancamos un nuevo proyecto dentro de nuestro programa de animación a la lectura, ya sabéis que intentamos siempre estar lo más en contacto posible con el público infantil y que nos encanta acercarles el mágico mundo de los cuentos.

Los talleres se realizarán en horario lectivo en sesiones de una hora, una vez al mes y en ellos trabajaremos con los niños y niñas de 4 años de nuestro colegio.

Una manera genial de acercar  los cuentos y la magia de las Bibliotecas.

Durante la primera sesión  trabajamos ‘Por cuatro esquinitas de nada’ un sencillo cuento con un mensaje sofisticado, pero muy claro y sencillo.

Los protagonistas son figuras geométricas, la mayoría de ellas círculos y un pequeño cuadrado al que le gusta jugar con su grupo de amigos “redonditos”. Juegan y comparten felices, hasta que llega la hora de regresar a la casa grande.

En este punto aparece un problema que da lugar a la historia del libro. “Cuadradito” no puede entrar porque la puerta de la casa es redonda. El pequeño cuadrado prueba diferentes maneras para conseguir entrar; se estira, se tuerce, se dobla…pero nada funciona.
Sus amigos desde dentro de la casa le animan: “Sé redondo”. El pequeño cuadrado lo intenta con todas sus fuerzas pero no lo consigue. Sus compañeros continúan instándole: “Te lo tienes que creer”. “Cuadradito” se repite a sí mismo como visualizando “soy redondo, soy redondo..” pero el ejercicio no da resultado.

En su empeño por lograr que su amigo entre con ellos, los “Redonditos” proponen incluso recortar las esquinas a “Cuadradito” con una sierra pero el pequeño cuadrado no se deja asustado por el dolor que le supondría.

Finalmente y después de mucho debatir, los pequeños círculos llegan a la conclusión que el problema no está en su amigo cuadrado sino en la puerta. Así, le recortan a la puerta “cuatro esquinitas de nada” que harán posible que “Cuadradito” pueda entrar junto a todos los demás a la casa grande.

Por cuatro esquinitas de nada es una historia que habla de aceptación, de superación y de autoestima. Sin caer en sermones moralizadores nos invita a la reflexión desde el inicio de manera muy sutil. El autor nos brinda una simple y preciosa metáfora sobre cómo deberían realizarse los cambios necesarios para la inclusión de los que son distintos en nuestra sociedad.
Todos somos diferentes y todos tenemos lugar en el mundo.
Luego hicimos una casita para enseñársela a nuestros papás y mamás con cuadradito y los redonditos.
Y como padecemos de cuentitis aguda y un cuento nos sabe a poco, leímos también  ‘El conejo blanco’ ,’Loboferoz’ y ‘Caperucita Roja’ respectivamente, finalizamos buscando tesoros por la Biblioteca, para que ellos mismo según sus gustos disfrutaran, tocaran, visualizaran los cuentos.

¡Gracias a las profes por enseñarles el camino hacia este rincón encuentado y ser nuestros mejores aliados!