Gaspar, un granjero humilde y audaz, pretende conquistar a una princesa que, cansada de la insistencia de su padre y de mostrarse agradable con charlatanes e interesados, establece una dura condición para sus pretendientes: llevar a sus cincuenta liebres al bosque y regresar con ellas a palacio, transcurridos tres días.

Por el camino, Gaspar ayuda a una viejecita y su acción es recompensada con un objeto mágico, de gran utilidad para pastorear liebres. Aún así, Gaspar no es un pretendiente del gusto de la familia real, y todavía tendrá que superar una prueba más, antes de obtener su aprobación.

Al margen de las críticas implícitas al comportamiento de los nobles y del interés literario del propio relato, en este cuento resulta especialmente atractiva la figura del narrador: este personaje que forma parte del relato, en un momento determinado, deja tras de sí el escenario imaginario y, montado en una bala de cañón, como si de un cronista se tratase, prosigue con la narración de la historia en tiempo real.

Este divertido cuento, lleno de momentos grotescos y situaciones picarescas, representa una de las joyas de la tradición oral danesa. Además, en Noruega aún hoy, perdura una versión similar, en la que las liebres son propiedad del rey.

Por lo que respecta a las ilustraciones de Lucie Müllerová, la autora recrea divertidos personajes, verosímiles y con una psicología convincente. Merece destacarse también el cuidado con que la ilustradora trata de reflejar el gesto y los estados de ánimo de cada uno de ellos, lo que multiplica el poder sugestivo y emocional de las imágenes.

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