La recomendación de hoy, muy acorde en la fecha que estamos, es una deliciosa historia sobre la amistad, al igual que sus deliciosas ilustraciones.

En medio del bosque hay una preciosa casita blanca, rodeada de un jardín lleno de calabazas. En ella viven el Gato, la Ardilla y el Pato, muy bien avenidos y en perfecta armonía.

Todas las noches, los tres amigos preparan una riquísima sopa de calabaza: la mejor sopa del mundo. Al cocinar, cada cual realiza una función muy específica. El Gato trocea la calabaza, la Ardilla remueve la sopa y el Pato se encarga de poner la cantidad exacta de sal.

Después de cenar, llega el momento musical del día. El Gato toca la gaita, la Ardilla el banjo y el pequeño Pato canta una hermosa melodía. Así es la rutina en la vieja cabaña blanca, y los tres personajes se sienten dichosos.

Sin embargo, el Pato piensa que un cambio de tareas no podría ser malo ¿por qué no va a poder él remover la sopa, si se le antoja?

Cuando anunció a sus compañeros que había decidido remover la sopa de calabaza a partir de ahora, la Ardilla se enoja terriblemente. ¡Esa es su tarea! Forcejeando para que el Pato le devuelva su cucharón, éste sale despedido y golpea al pobre Gato en la cabeza.

Inevitablemente, se arma una buena pelea en la casa del bosque.  El Gato y la Ardilla creen que todos deben seguir desempeñando la tarea establecida y, el Pato, todo lo contrario, empeñado en tener una oportunidad para remover la cena.

Muy disgustado porque sus amigos no permiten que les ayude, decide irse de casa. Cogiendo su carretilla y el sombrero, se marcha ante la escéptica mirada del Gato y la Ardilla. Ambos piensan que, en cuanto se le pase el enfado, volverá al hogar.

Las horas van pasando y el Pato no vuelve. Ni siquiera para tomar la riquísima sopa de calabaza. El Gato y la Ardilla lloran desconsolados, arrepentidos por no haber dejado que se encargara, por una vez, de remover. Preocupados por lo que pueda haberle ocurrido, salen a buscarlo en plena noche.

 

La autora refleja a la perfección lo difícil que pueden resultar los cambios dentro de la familia, las desavenencias que éstos pueden comportar. Además plasma el dolor ocasionado por la pérdida de los buenos amigos, con quienes uno comparte momentos especiales, además de sus problemas y alegrías.

El niño aprenderá así una importante lección: debemos respetar y cuidar a aquellas personas que, día a día, nos demuestran el aprecio que sienten por nosotros. La autora remarca también en su historia que, algunas veces, la disparidad de opiniones puede ocasionar discusiones. Saber resolverlas, con tolerancia y cariño es indispensable para que la amistad se fortalezca y perdure en el tiempo.

 

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